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Zombies en la presidencia del Perú: los hermanos Gutiérrez (2)

Publicado: 2009-12-03

PREVIOUSLY ON VALHALLA: 1872. Manuel Pardo gana las primeras elecciones limpias de la historia del Perú, pero antes de que pueda jurar, los hermanos Gutiérrez dan un golpe de estado al presidente saliente: José Balta. Lo que hasta ahora no se sabe es que el hermano mayor, Tomás Gutiérrez... ERA UN ZOMBIE!!

Silvestre y Tomás Gutiérrez colgados de la Catedral de Lima. Grabado publicado en "Correo de Ultramar" nº 1028 Año 31, París 1872. Nótese la típica vestimenta desgarrada del zombie.

El 22 de julio de 1872 sería inolvidable para la joven Daría Balta. Esa noche, la hija del presidente del Perú iba a contraer matrimonio con grandes pompas. A las dos de la tarde, sin embargo, cuando charlaba plácidamente con sus progenitores, un zombie irrumpió en la habitación presidencial y procedió a comerse el cerebro de su padre.

Era Tomás Gutiérrez, el ministro de Guerra.

Daría y su madre lograron huir despavoridas por una puerta trasera de Palacio. A su paso, vieron como las tropas golpistas -encabezadas por Silvestre Gutiérrez, el hermano del zombie- se comían su pastel de bodas.

La historia oficial asegura que esa tarde Tomás y Silvestre se limitaron a capturar a don José Balta, que murió días después. Eso se creyó durante mucho tiempo hasta que algunos investigadores lograron acceder a Las Memorias de doña Daría Balta. Esta publicación, cuyo único ejemplar obra en poder del Oro Tech Institute, narra con detalle la irrupción del zombie Gutiérrez y la muerte de su padre en manos de lo que ella llama "un aterrador engendro surgido de la más demoníaca alucinación".

Como ya explicamos, los estudiosos coinciden en que, de alguna forma aún no esclarecida, los hermanos Silvestre, Marceliano y Marcelino Gutiérrez consiguieron "domesticar" y -aún más asombroso- "controlar" a su hermano zombie, Tomás, un popular político de la época.

Con Tomás encabezando sus huestes, los hermanos Gutiérrez irrumpieron en Palacio y no sólo asesinaron al presidente Balta, sino que lo zombificaron, con la pretención de someterlo a su voluntad.

Ese fue el inicio de su perdición.

Tomás y el recién zombificado Balta se lanzaron sobre Silvestre Gutiérrez y devoraron su cerebro en el mismo aposento presidencial. El caos se apoderó de Palacio. Los coroneles que los acompañaban lograron escapar y, en un intento por controlar la situación, decidieron correr la bola (luego consagrada por la Historia Oficial) de que Balta estaba preso y Tomás era presidente. Todo era mentira, claro. El Perú se había sumido en su crisis zombie más grave. El presidente y la mitad del ejército golpista eran muertos vivientes. Pronto el virus se extendió por toda Lima.

¿Cómo se sabe todo esto? Gracias a una entrevista personal que tuvo Miguel Grau con doña Daría, cuando cesó la revuelta. Caballero como siempre, el comandante buscó a la hija de Balta para contarle, en confidencia, la verdadera historia de la muerte de su padre.

La Historia Oficial señala que Miguel Grau lideró la resistencia a los Gutiérrez, pero ignora su rol clave como cazador de zombies autodidacta. Lo primero que hizo fue resguardar a Manuel Pardo, el presidente electo. Luego, coordinó con el resto de la Marina un plan para "librar a la República de las bestias que la invaden" (así se indica en Las Memorias de doña Daría).

La resistencia planificó sus acciones durante tres días. Su contraataque se inició en la madrugada del 26 de julio.

El primero en caer fue Silvestre, que lideraba una manada en el puerto del Callao. Fue Grau en persona quien lo redujo a balazos, pero -al desconocer el fenómeno zombie y caballero como siempre- no le disparó a la cabeza. Reducido casi a pulpa, el cadáver de Silvestre continuó con vida y fue arrestado por las horrorizadas tropas del Huáscar.

Aunque no terminaba de entender lo que acababa de ocurrir, Grau era un hombre culto y en ese momento comprendió lo que tenía que hacer. Inmediatamente el comandante zarpó en el Huáscar hacia el sur, buscando una zona tranquila para comunicarse, mediante telégrafo, con Francisco Bolognesi, que en ese momento se encontraba en Europa estudiando el fenómeno zombie.

Mientras tanto, los marinos, envalentonados, se dirigieron a la capital, convocando a la población a su paso. Se armó una gran turba que se trenzó en combate con los zombies en la misma Plaza de Armas.

Al anochecer, la situación de los limeños era gravísima. Ignoraban por qué algunos muertos vivientes eran inutilizados y otros no. No tenían método. El más peligroso de todos era, por supuesto, Tomás, que era el único que poseía cierta lucidez y dominaba a las manadas. La batalla parecía perdida.

Hasta, que, durante la madrugada del 27, llegó un telegrama de Pisco:

"¡A la cabeza!

- Grau"

Eso decidió el combate.

Tomás, en medio de su monstruosa condición, de alguna forma entendió que la situación había dado un vuelco e intentó huir pero fue reducido por la valiente resistencia conformada por civiles limeños y marinos.

Histórica fotografía [Richardson, 1872] de los cuerpos colgados de Silvestre y Tomás Gutiérrez, conservada en la Biblioteca Nacional. Erróneamente se atribuye el excesivo tamaño de sus cuerpos a un fotomontaje, cuando resulta evidente que se debe la típica hinchazón de los afectados por el virus del zombismo.

Por supuesto, la supersticiosa población limeña de entonces no se contentó con dispararles a la cabeza, sino que colgaron los cuerpos de los focos de infección -Silvestre y Tomás- de las torres de la Catedral limeña.

¿Y Balta? Infectado como estaba, fue liberado de su dolor por una piadosa bala en la nuca durante la Resistencia de Lima. Estos son los hechos tal cual fueron narrados a su hija, doña Daría Balta, por el líder de la resistencia humana, el comandante Miguel Grau, caballero como siempre.


Escrito por

Marco Sifuentes

Periodista peruano.


Publicado en

Valhalla

where bold, brave men struggle against the zombie armies before returning to Asgard