En 1600, un desilusionado noble inca, despojado de sus riquezas y títulos, decide enviarle una comunicación al rey Felipe III de España, no sólo quejándose del maltrato sino advirtiéndole que si no se reponían las riquezas y derechos sobre tierra y hombres a los antiguos gobernantes incaicos, los remanentes del Imperio Inca se unirían para llevar la plaga zombie hasta Europa.

Para demostrarlo, este antiguo noble natural de Lucanas, transcribió en pergaminos las mejores descripciones que pudo armar sobre la fortaleza de las huestes zombies al mando de los  antiguos reyes incas. Familiarizado como estaba con las costumbres, tradiciones y secretos de sus antepasados, la tarea emprendida por este hombre se convirtió en la labor de su vida, que le tomó los siguientes 14 años en completar minuciosamente.  El nombre de este avezado ayacuchano fue Felipe Guamán Poma de Ayala.

La intención inicial de Guamán Poma fue la de efectivamente coaccionar a los reyes de España con la posibilidad de una catástrofe mayúscula en América si no cedían ante sus demandas. No es difícil imaginarse que la historia del continente sería otra si en efecto alguien hubiese organizado masivos ejércitos de muertos vivientes para enfrentarse a los conquistadores. Pero conforme pasaban los años y la investigación de Guamán sobre las conquistas incaicas gracias a las hordas zombies avanzaba, él se dio cuenta de que desatar una apocalipsis zombie no beneficiaría sus intereses y por el contrario, la devastación y el derramamiento de sangre podría ser incontrolable.  Su contacto con frailes españoles - a quienes servía de traductor - y su fe cristiana terminaron de convencerlo de que la vía del zombismo bélico no era el camino correcto para lograr un cambio positivo para él y los suyos.

Es así que decide cambiar de estrategia y más bien presentar a los zombies como un elemento positivo para la sociedad, pensando que a cambio de ese antiguo conocimiento, los españoles accederían a sus pedidos. La idea de Guamán consistió en admitir la derrota del antiguo modo de vida andino y proponer una solución consensuada a cómo debían llevarse las relaciones entre conquistadores y conquistados, compartiendo algunos de los desarrollos incaicos más notables - como la mita de zombies, por ejemplo -  y proponiendo su fusión con la mentalidad e intereses europeos de acuerdo a como él las concebía.

En 1614, Guamán terminó sus más de 1,600 páginas de pergamino de "Nueva Crónica y Buen Gobierno", con más de 400 dedicadas al asunto de los muertos vivientes, esperando convencer con esto al rey de España de que no sólo aceptara otorgar más beneficios a los antiguos nobles incas y junto con ellos los españoles pudieran llevar a cabo una buena administración del virreynato, sino también que el conocimiento sobre los muertos vivientes podría perfectamente convivir con el desarrollo tecnologico europeo.

Guamán Poma es uno de los primeros en revelar que eran las Coyas quienes controlaban el Imperio Inca utilizando a sus zombificados consortes.

De más está decir que el texto nunca llegó a manos del rey Felipe. La teoría más aceptada al respecto es que uno de los monjes con los que Guamán compartió sus escritos se aterrorizó al encontrar entre las páginas varias menciones al Uro Tisho, la fuerza sobrenatural que permitía a los incas el control sobre los infectados por la plaga zombie. Consciente además de que por el contrario, España, en alianza con El Vaticano, se encontraba comprometida con la destrucción del zombismo en sus colonias a través de La Inquisición, este anónimo monje no permitió que el pergamino original viera la luz. Editó severamente el texto, dejando lista una versión al año siguiente que descartaba toda mención a los zombies. Ese es el texto que ha llegado hasta nuestros días y que hoy se conserva en la Biblioteca Real de Dinamarca.

¿Qué sucedió con las 400 páginas perdidas? No es casual que el nombre Uro Tisho se castellanizara como Ortecho: es evidente que de una u otra forma algunas de las revelaciones de Guamán Poma encontraron su camino hasta los expertos zombie de la época.

¿Es esta acaso una representación del elusivo Uro Tisho?